Zero Day: ¿El thriller político de Robert De Niro en Netflix que no se atreve a criticar a EE.UU.?



La nueva miniserie de Netflix, Zero Day, protagonizada por Robert De Niro en su primer papel principal en televisión, prometía ser un thriller político que reflejara el tenso clima actual de Estados Unidos. Con un reparto estelar que incluye a Angela Bassett, Lizzy Caplan y Jesse Plemons, y la producción ejecutiva de nombres como Eric Newman (Narcos) y Noah Oppenheim, la serie generó altas expectativas. Sin embargo, a pesar de su ambición y su intento de abordar temas como la división política, la desinformación y las teorías conspirativas, Zero Day se queda corta al no enfrentarse directamente a la realidad política estadounidense. Este análisis profundo explorará los motivos detrás de esta frustración, examinando cómo la vaguedad en las afiliaciones políticas y la simplificación de los problemas complejos socavan el impacto potencial de la serie.

Una premisa intrigante que se diluye

Zero Day nos presenta un Estados Unidos sumido en el caos tras un ciberataque a gran escala que paraliza la infraestructura del país. Ante esta crisis, la presidenta Evelyn Mitchell (Angela Bassett) busca desesperadamente respuestas y soluciones. Para ello, recurre al ex presidente George Mullen (Robert De Niro), un político popular que dimitió tras la trágica muerte de su hijo. Mullen acepta liderar una comisión con amplios poderes de vigilancia, buscando evitar que alguien más abusivo tome el control. La trama se complica con la oposición de su propia hija, la congresista Alexandra Mullen (Lizzy Caplan), y las dudas sobre su estado mental. La serie promete un thriller lleno de conspiraciones, desinformación y luchas de poder, pero la ejecución plantea serias dudas.

La ambigüedad política como arma de doble filo

Uno de los aspectos más criticados de Zero Day es su deliberada vaguedad en cuanto a las afiliaciones políticas de sus personajes. A pesar de tratar temas políticos candentes, la serie se abstiene de asignar etiquetas partidistas a figuras clave como el presidente Mitchell o el presidente de la Cámara de Representantes, Richard Dreyer (Matthew Modine). Esta decisión, según Jesse Plemons, se tomó para evitar que los espectadores se desconectaran al identificar inmediatamente a un personaje como “de su bando” o “del bando contrario”. Sin embargo, esta estrategia termina siendo contraproducente. La falta de contexto sobre las ideologías y bases de apoyo de los personajes políticos impide comprender completamente sus motivaciones y acciones, diluyendo el impacto de sus discursos sobre la división del país. En series como The West Wing o House of Cards, el conocimiento de la afiliación política proporciona una valiosa comprensión del panorama general. La ambigüedad en Zero Day, por el contrario, deja a los personajes principales inexplicablemente vacíos.

Simplificación excesiva de problemas complejos

Zero Day intenta abordar problemas complejos como la desinformación y la polarización, pero a menudo cae en simplificaciones burdas. Un personaje llega a afirmar que “la mitad del país está atrapada en un delirio de mentiras y conspiraciones, y la otra mitad grita sobre pronombres y enumera sus agravios”. Esta declaración no solo minimiza la complejidad de las problemáticas actuales, sino que también equipara injustamente a personas que simplemente desean ser llamadas por el pronombre correcto con peligrosos teóricos de la conspiración. Además, la serie no explora las raíces de estas divisiones ni responsabiliza a las figuras políticas y mediáticas que las fomentan. Personajes como la magnate tecnológica Monica Kidder (Gaby Hoffmann), una clara alusión a figuras como Elon Musk o Mark Zuckerberg, apenas tienen tiempo en pantalla para desarrollar su papel en la propagación de la desinformación. Al no identificar las causas subyacentes de la polarización, Zero Day traslada la responsabilidad a la ciudadanía, eximiendo a los líderes políticos de su parte de culpa.

Inconsistencias que socavan la credibilidad

La serie también presenta inconsistencias que dificultan la inmersión del espectador. Por ejemplo, se muestra una red terrorista de “izquierdistas radicales” que siguen a un controvertido presentador de televisión de tendencia derechista, una figura similar a Alex Jones. Esta contradicción resulta confusa y aleja al público de la narrativa. En un contexto político como el actual, marcado por la división y la polarización, la falta de claridad y coherencia en la representación de las ideologías y los actores políticos no solo resulta ingenua, sino que también se percibe como una falta de compromiso por parte de los creadores.

Conclusión: Una oportunidad desaprovechada

En definitiva, Zero Day, a pesar de su ambiciosa premisa y su elenco de renombre, se queda a medio camino en su intento de abordar la realidad política estadounidense. La ambigüedad en las afiliaciones políticas, la simplificación excesiva de los problemas complejos y las inconsistencias narrativas socavan su credibilidad y diluyen su impacto. La serie tenía el potencial de ofrecer una reflexión profunda y provocadora sobre la división del país, pero termina siendo un thriller político frustrante que no logra conectar con la realidad. Aunque el argumento de la serie puede ser atrapante para quienes busquen un thriller sin trasfondo político, la falta de precisión y profundidad en su análisis la convierte en una oportunidad desaprovechada para generar un diálogo significativo sobre los desafíos que enfrenta Estados Unidos en la actualidad.