En el corazón de Bielorrusia, en 2013, Tatyana Marynich y Anastasiya Khamiankova abrieron las puertas de Imaguru, un hub de startups destinado a catalizar el talento y la innovación en Europa del Este. En una década, Imaguru se convirtió en un semillero de éxitos tecnológicos, impulsando empresas que alcanzarían reconocimiento internacional. Sin embargo, este sueño empresarial se ha transformado en una pesadilla política. El régimen de Lukashenko, sintiendo amenazada su hegemonía, ha condenado a Marynich y Khamiankova in absentia a un total de 23 años de prisión, confiscado sus bienes y tildado su trabajo de “extremista”. El pasaporte de Marynich ha sido revocado, dejándola apátrida en España. Su “crimen”: fomentar un futuro emprendedor independiente en un país dominado por industrias estatales.
El Auge y Caída de Imaguru: Un Centro de Innovación en Bielorrusia
Imaguru no era simplemente el primer hub de startups en Bielorrusia; se erigió como el epicentro de su ecosistema tecnológico. Este espacio de coworking y aceleradora de empresas generó más de 300 startups y atrajo inversiones superiores a los $100 millones para las compañías que surgieron de sus programas. Éxitos como MSQRD, adquirida por Facebook, y Prisma, supuestamente adquirida por Snapchat, tienen sus raíces en los hackathons iniciales de Imaguru, donde jóvenes visionarios buscaban un futuro mejor.
Según Max Gurvits, socio general de Vitosha Venture Partners en Bulgaria y mentor en Imaguru: “Eran el principal punto focal de la comunidad de capital de riesgo en Bielorrusia”. Su labor consistía en reunir talento, inversores y ángeles, además de dirigir los programas más relevantes del país. Marvin Liao, VC estadounidense de Rolling Fund Diaspora.vc, coincide en la opinión, destacando la profesionalidad y pasión de Tatyana y Nastia. Imaguru fue el primer lugar donde emprendedores tecnológicos y fundadores de startups se congregaron en Bielorrusia, convirtiendo a sus fundadoras en verdaderas constructoras de comunidad.
Cuando la Independencia se Convierte en Disidencia
Tras las elecciones presidenciales de 2020, ampliamente consideradas fraudulentas, estallaron protestas masivas en Bielorrusia. Imaguru decidió abrir sus puertas no solo a emprendedores, sino también a grupos de la sociedad civil, ONGs y figuras de la oposición. Tatyana Marynich se unió al Consejo de Coordinación, un órgano de oposición liderado por Sviatlana Tsikhanouskaya. Para el régimen de Lukashenko, esta acción supuso la gota que colmó el vaso.
En 2021, la presión política se tornó insostenible. El gobierno rescindió forzosamente el contrato de arrendamiento de Imaguru, y agentes enmascarados irrumpieron en sus oficinas. Para 2023, el KGB designó a Imaguru como una “formación extremista”, penalizando incluso el intercambio de mensajes con el grupo. Un antiguo director fue arrestado, familiares de empleados de Imaguru en el exilio fueron interrogados, su sitio web fue bloqueado en varios países, sus activos fueron congelados, y el 2 de diciembre, se anunciaron las sentencias de prisión para sus dos cofundadoras.
Una Lucha por la Supervivencia y los Valores
A pesar de las adversidades, ambas fundadoras persisten en su misión. Imaguru ahora opera hubs en Varsovia y Madrid, con el apoyo de instituciones europeas. El equipo está lanzando una campaña para declarar el emprendimiento como un derecho humano, recabando apoyo a través de una petición online. Este acto de resiliencia es un claro testimonio de su amor por su país y su inquebrantable creencia en los principios democráticos.
La situación de Tatyana Marynich es especialmente precaria. La expiración de su pasaporte bielorruso la ha convertido en apátrida, impidiéndole solicitar la ciudadanía o abrir una cuenta bancaria en España. A pesar de haber recibido apoyo institucional en Polonia y Lituania, el gobierno español aún no ha respondido formalmente a sus peticiones. La visibilidad de su caso es crucial para superar la indiferencia burocrática.
Un Test Global de Valores Democráticos
El caso de Imaguru y sus fundadoras trasciende la esfera individual y se convierte en un test para los valores democráticos a nivel global. El apoyo a estos emprendedores exiliados no solo es un acto de justicia, sino también una defensa de la libertad de pensamiento y la innovación. Como afirma Max Gurvits, este no es solo un problema de dos fundadoras, sino de toda una comunidad exiliada por creer en la innovación y la libertad.
Es fundamental que los gobiernos democráticos tomen medidas para apoyar a individuos como Tatyana Marynich y Anastasiya Khamiankova, ofreciéndoles refugio y oportunidades para continuar su labor. Su historia es un recordatorio de la fragilidad de la libertad y la importancia de defenderla en todas sus formas. La lucha de Imaguru por existir y promover el emprendimiento como un derecho humano es una causa que merece el respaldo de todos los que valoran la democracia y la innovación.
En resumen, la historia de Tatyana Marynich y Anastasiya Khamiankova es un relato de valentía, innovación y resistencia frente a la opresión política. Desde la creación de Imaguru como un próspero hub de startups en Minsk hasta su actual exilio y lucha por la supervivencia, su trayectoria destaca la importancia de defender la libertad de emprendimiento y los valores democráticos. Su legado continúa vivo en Varsovia y Madrid, donde siguen impulsando la innovación y luchando por un futuro mejor. La comunidad internacional debe unirse para apoyar su causa y enviar un mensaje claro de que la persecución política y la represión de la libertad de expresión no serán toleradas.