Prepárense para una experiencia cinematográfica que desafía las convenciones y redefine el concepto de entretenimiento audaz. Honey Don’t!, la más reciente joya de Ethan Coen y Tricia Cooke, la aclamada pareja de cineastas, promete una mezcla explosiva de sensualidad, humor irreverente y un toque de escándalo. Tras el éxito de Drive-Away Dolls, el dúo creativo regresa con una trama que envuelve a personajes lésbicos en un torbellino de crímenes misteriosos. Este nuevo proyecto cinematográfico consolida su visión única y su capacidad para cautivar al público con narrativas sorprendentes y personajes inolvidables.
En Honey Don’t!, Margaret Qualley vuelve a colaborar con Coen y Cooke, asumiendo el papel principal. Su personaje, Honey O’Donahue, es una detective privada de un pequeño pueblo, astuta y enigmática. La trama se complica cuando un nuevo cliente aparece muerto en un sospechoso accidente automovilístico, desencadenando una investigación llena de giros inesperados. La película promete una experiencia intensa y divertida, explorando temas de deseo, peligro y la búsqueda de la verdad en un mundo lleno de secretos.
Una detective con actitud: Honey O’Donahue
Mientras que Honey Don’t! es la segunda entrega de una trilogía lésbica planeada por Coen y Cooke, no comparte la misma energía de comedia desbordante que su predecesora, Drive-Away Dolls. La clave de ambas películas es Margaret Qualley, quien establece el tono. En esta ocasión, Qualley abandona la excentricidad de su anterior personaje para encarnar a una detective con la confianza y la franqueza de las heroínas del cine negro de los años 40. Su vestuario, con faldas lápiz y camisas impecables, refleja esta inspiración clásica. Incluso, su manera de ser recuerda a la icónica Katharine Hepburn, con una actitud directa y sin rodeos.
Ya sea interactuando con sus sobrinas y sobrinos, descubriendo pistas comprometedoras o teniendo encuentros fugaces, Honey es perspicaz y sofisticada, pero también cálida y cercana. Este temperamento la distingue de los típicos detectives masculinos, llenos de bravuconería y miradas intimidantes. Además, su actitud refleja la atmósfera de Honey Don’t!: Bakersfield, California, un lugar soleado con un lado oscuro.
Humor negro y personajes extravagantes
El guion de Coen y Cooke se compromete con el humor negro, ofreciendo chistes desopilantes sobre sexo, muerte y la estupidez general de los criminales. Al ver a Coen dirigir Honey Don’t!, es tentador buscar comparaciones en su filmografía compartida con su hermano, Joel Coen. ¿Es Honey Don’t! más Raising Arizona o El Gran Lebowski? ¿Quemar Después de Leer o No Es País Para Viejos? Pero entrar en este debate podría hacer que se pase por alto la emocionante exploración de historias de crímenes que Coen y Cooke están construyendo con su trilogía. La influencia de Cooke es clara e importante aquí como coguionista, productora y editora de la película.
Si bien Honey Don’t! se inspira en el cine negro, al igual que muchas películas anteriores de los Coen Bros… y cientos de otras películas antes de eso, el entorno californiano le da un aire fresco a tropos como la femme fatale o la traición. Mientras que Drive-Away Dolls exploraba la rica cultura estadounidense y queer que se encuentra en las atracciones de viajes por carretera y los bares lésbicos, Honey Don’t! abraza a un grupo menos familiar de personajes retorcidos, bronceados por el sol y trastornados.
Chris Evans: Fuera de la jaula de Disney
Es un alivio que la era de Chris Evans en el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) haya terminado. Ahora, el actor que demostró ser un villano sensacional en Knives Out puede soltarse con personajes que no son precisamente modelos a seguir. En Honey Don’t!, interpreta al Reverendo Drew, un predicador que lidera una congregación de seguidores que concederán cualquier deseo de sexo o violencia que su retorcido corazón anhele. La película ofrece una variedad de actores de personajes queridos, como Aubrey Plaza, Charlie Day, Billy Eichner y la aclamada intérprete de teatro Gabby Beans. Y todos están listos para cualquier cosa que Cooke y Coen les propongan. Mientras que Qualley interpreta a la persona seria en este grupo de payasos locos, Evans es el maestro de ceremonias de su propio circo.
Desde el momento en que muestra una sonrisa cómicamente insincera, hay una emoción de anticipación. Interpretando remates con una alegría despreocupada, Evans crea una sátira mordaz de cierto tipo de líder religioso que cree demasiado en sus propias tonterías. Su fisicalidad es apropiadamente absurda. Ya sea dando órdenes desnudo o dando la interpretación más histérica de la palabra “oui” jamás comprometida en la pantalla, se mueve como una caricatura de un bufón arrogante.
Un final que desafía las expectativas
Lo más emocionante de Honey Don’t! es quizás también lo más frustrante. Coen y Cooke plantean un misterio con una forma que parece vagamente familiar al principio. Pero a medida que Honey persigue a los sospechosos y las pistas confusas, esta historia es todo menos lo que esperarías. Y eso se reduce al final, que seguramente dividirá a la crítica y al público. Personalmente, disfruté de la sorpresa final de la película, ya que sugiere que esta historia es más grande de lo que una película, e incluso un solo entorno, puede contener. En lugar de un cierre, Honey Don’t! ofrece una muestra de algo dulce y salvaje, con el potencial de más.
En conclusión, Honey Don’t! se presenta como una propuesta audaz y refrescante dentro del género del cine negro, revitalizado por la visión única de Ethan Coen y Tricia Cooke. La película no solo promete una trama intrigante y llena de giros inesperados, sino que también se destaca por sus personajes memorables, en especial la interpretación de Margaret Qualley como Honey O’Donahue. Chris Evans, liberado de sus ataduras anteriores, ofrece una actuación hilarante y provocadora. Si bien su final puede ser controvertido, la película deja una sensación de potencial y anticipación por futuras entregas, consolidando a Coen y Cooke como narradores innovadores y audaces en el panorama cinematográfico actual.