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¿Alguna vez has tenido la sensación de que tu mascota percibe algo que tú no? Tal vez sea la forma en que miran fijamente a un rincón vacío, ese ladrido abrupto en mitad de la noche, o las patitas que los impulsan a salir corriendo de una habitación en un instante. Sea cual sea la peculiaridad, te deja temblando y deseando que pudieran hablar y contarte los secretos escalofriantes. La película Good Boy sumerge al público en este terreno aterrador, centrando su historia de casa encantada en un perro leal que intenta desesperadamente advertir a su mejor amigo humano sobre las amenazas sobrenaturales que se ciernen sobre ellos. La premisa plantea una pregunta inquietante: ¿qué pasaría si las señales que ignoramos fueran la clave para evitar una tragedia inminente?
El Tabú del Peligro Canino en el Cine de Terror
Centrarse en un perro en peligro es una decisión audaz. Existe una regla tácita general en Hollywood: aunque se pueden matar montones de humanos en las películas, indignarás a tu audiencia si matas al perro. Nuestra empatía podría no extenderse a cada víctima de slasher o a una banda anónima de secuaces armados, pero nuestros corazones se encogen inmediatamente ante un perro en peligro. De hecho, la popular serie de acción John Wick se basa en esta misma idea, sabiendo que veremos a un hombre matar hordas para vengar a su amado cachorro.
Good Boy: Rompiendo Moldes con un Protagonista Canino
Good Boy, dirigida, coescrita, fotografiada y producida por Ben Leonberg, somete a sus espectadores a una dura prueba al elegir a su dulce mascota familiar, un Nova Scotia Duck Tolling Retriever llamado Indy, para ser atormentado por fantasmas y visiones de fatalidad y muerte. La película de terror resultante provoca reacciones viscerales, reviviendo la sensación de ver una película de miedo por primera vez. Los sustos de Good Boy comienzan de forma estándar: luces parpadeantes, un sonido espeluznante proveniente de un sótano oscuro, una figura oscura acechando en las sombras y ojos brillantes en una noche negra. Sin embargo, al colocar a un perro en estos escenarios, los cineastas juegan con un delicioso desequilibrio de conocimiento que alimenta el suspenso.
Un Perro Ignorado: La Fuente de la Tensión
La trama de Good Boy es simple. Sintiéndose mal, Todd (Shane Jensen) decide escapar de su estrecho apartamento en la ciudad para ir a una cabaña en el norte del estado, donde vivía su difunto abuelo (Larry Fessenden). Pero, abandonada durante mucho tiempo, el ambiente está lejos de ser acogedor. A Indy, que es tanto el nombre del personaje como el del actor canino, no le gusta desde el primer olfateo. Mientras Todd se dedica a la ardua tarea de encender el generador eléctrico y esquivar las llamadas de su preocupada hermana, Vera (Arielle Friedman), Indy está inmediatamente alerta a energías extrañas.
Si bien es posible que nos demos cuenta de la amenaza antes que Indy (o al menos más intensamente), existe un misterio en lo que quieren estos espíritus y un estrés creciente en lo ajeno que está Todd a todo esto. Mientras que Todd tiene la capacidad de alejarlos de este espacio espeluznante, Indy está atrapado porque no lo escuchan.
La Actuación Impecable de Indy
Más allá de ser una película aterradora para los amantes de los perros, Good Boy tiene un atractivo inherente, ya que Indy es una estrella desde su primer fotograma. Sus ojos oscuros, sus orejas caídas y su dulce expresión lo hacen instantáneamente adorable. Pero más que eso, está dispuesto a hacer lo que Leonberg le indique. ¿Quedarse y mirar fijamente a un abismo misterioso? ¿Entrar en acción? ¿Reaccionar ante un estallido de sangre? ¿Correr hacia Todd para protegerlo? Indy es un buen chico, de principio a fin.
La conexión personal de Leonberg con su estrella/mascota seguramente juega un papel crucial aquí, ya que la comodidad de Indy con él permite una ambiciosa variedad de secuencias con peticiones específicas. Para que quede claro, nunca parece que el perro haya estado en peligro real, y los créditos finales prometen: “Ningún animal fue dañado durante la filmación de esta película”. Filmada durante tres años, parece que Leonberg tuvo el tiempo, la paciencia y el aprecio por su compañero animal/colaborador para fomentar una actuación verdaderamente conmovedora.
Además de la presencia en pantalla de Indy, Leonberg equilibra la película con una cinematografía inteligente que juega con las expectativas de los amantes del terror. El fondo desenfocado, flanqueado por sombras, atrae nuestra mirada detrás del adorable perro, porque las películas slasher y de casas encantadas nos han enseñado a mirar donde no están nuestros héroes. Además, una gran cantidad de primeros planos de Indy nos atraen una y otra vez a su suavidad y su mirada confiada, atándonos al suelo con miedo por él.
Conclusión: Un Grito de Terror y Empatía Canina
Más que un meme de Internet, ese sentimiento se siente como la tesis de Good Boy. Todd está lejos de ser un mal cuidador de mascotas, pero está tan absorto en sus propios problemas que está ciego a todo lo que Indy está experimentando. Desde una llamada telefónica de larga distancia, su hermana Vera presenta la forma muy real en que los perros pueden oler cosas que nosotros no, no solo bombas o drogas, sino la muerte inminente. Indy es un oráculo ignorado por aquel a quien más quiere proteger. En definitiva, Good Boy es una película de terror engañosamente simple que golpea duro. Contendrás la respiración. Gritarás. Te taparás los ojos y esperarás desesperadamente lo mejor. Es una explosión despiadada que redefine el género de terror, colocando la lealtad y la vulnerabilidad de un perro en el centro de una narrativa escalofriante y profundamente emotiva.
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