The Electric State: ¿Otro fracaso de los Russo en Netflix a pesar de Millie Bobby Brown y Chris Pratt?

Hay películas que impactan de tal manera que resulta difícil olvidarlas, aunque no precisamente por las razones correctas. The Electric State, la más reciente creación del dúo de directores Joe Russo y Anthony Russo, es un claro ejemplo de ello. La cinta, disponible en Netflix desde el 14 de marzo, es una mezcla caótica y confusa de ideas que deja al espectador con una sensación de frustración y desconcierto. A pesar de contar con las actuaciones de Millie Bobby Brown y Chris Pratt, la película no logra elevarse por encima de sus múltiples problemas narrativos y estéticos, convirtiéndose en un monumento a las oportunidades perdidas. Exploraremos los motivos detrás de esta decepción y analizaremos los elementos que contribuyen a que The Electric State sea una experiencia cinematográfica tan difícil de digerir.

Un Potencial Desperdiciado

Los hermanos Russo, quienes en su momento estuvieron al mando del universo cinematográfico de Marvel, dirigiendo éxitos de taquilla como Captain America: Civil War y Avengers: Endgame, parecen haber perdido el rumbo fuera del control de Kevin Feige. Sus proyectos posteriores, como Cherry, protagonizada por Tom Holland, y The Gray Man, con Chris Evans y Ryan Gosling, han sido decepcionantes. The Electric State continúa esta tendencia, presentando una amalgama de géneros, ideas y nostalgia barata que ni siquiera sus estrellas pueden salvar.

Una Trama Confusa y Recargada

Basada en la novela ilustrada de Simon Stålenhag, The Electric State nos transporta a un mundo inundado de estética kitsch y sentimiento anti-robot. La historia se centra en Michelle (interpretada por Millie Bobby Brown), una adolescente huérfana que se embarca en una misión para reunir el cuerpo y el alma de su hermano, cuya conciencia ha sido transferida a un robot. La trama se complica aún más con una historia revisionista en la que los robots antropomórficos fueron introducidos en los Estados Unidos en la década de 1950 y, tras adquirir conciencia, exigieron derechos, lo que condujo a una guerra entre humanos y máquinas. La película intenta explicar todo esto una y otra vez, pero la confusión persiste.

Estética Fallida y Nostalgia Forzada

Aunque la idea de un mundo con robots de diseño retro, inspirados en personajes como Mickey Mouse, podría resultar atractiva, los Russo no logran crear una atmósfera cohesiva e interesante. En lugar de inspirarse en el éxito de películas como Ready Player One, que utilizaban la nostalgia de manera efectiva, The Electric State se atasca en referencias superficiales a la cultura de los 90, como el pez cantante Big Mouth Billy Bass. Además, la paleta de colores apagada y sombría le resta cualquier atisbo de diversión o ligereza.

Actuaciones Desaprovechadas

A pesar del talento de Millie Bobby Brown y Chris Pratt, sus actuaciones no logran rescatar la película. Brown, quien ha protagonizado éxitos como Stranger Things, Enola Holmes y Damsel, parece desubicada en el papel de Michelle. Pratt, por su parte, interpreta una versión genérica de sus personajes más conocidos, sin aportar nada nuevo ni interesante. La química entre ambos es inexistente, y sus personajes carecen de profundidad y motivación.

Conclusión: Un Monumento a las Oportunidades Perdidas

En resumen, The Electric State es una decepción cinematográfica que no logra estar a la altura de su potencial. La confusa trama, la estética fallida, la nostalgia forzada y las actuaciones desaprovechadas se combinan para crear una experiencia frustrante y poco satisfactoria. Los hermanos Russo, quienes en su momento demostraron su habilidad para dirigir grandes producciones, parecen haber perdido el rumbo creativo. A pesar de contar con un elenco talentoso y una premisa interesante, The Electric State se convierte en un monumento a las oportunidades perdidas, dejando al espectador con la sensación de haber desperdiciado su tiempo. La película, disponible en Netflix, sirve como un recordatorio de que ni siquiera las estrellas más brillantes pueden salvar una producción con problemas fundamentales.